La historia de Arroyabe es la de una conservera de referencia a nivel nacional y mundial. Su marca se ha convertido, gracias al esfuerzo de generación tras generación, en un nombre obligado al hablar de conservas de alta calidad. Este largo camino, lleno de vicisitudes, logros y desafíos, inició de la mano de Rufino Arroyabe. Ya por el siglo XIX este hombre de empeño irreductible comercializaba pescado fresco en la meseta cantábrica.

Cuentan las historias que a su paso por Gorbea añadía un poco de hielo a su cargamento para mantenerlo fresco. Él quizás no lo sabía, pero acaba de convertirse en pionero del compromiso con la calidad de la marca. Más de cien años después seguimos honrando su labor. ¿Te gustaría saber cómo? ¿Qué evolución ha experimentado la marca? ¿Y cuáles son sus actuales productos estrellas? No te lo pierdas.

Una fábrica de conservas nacida del esfuerzo familiar

El año 1898, en los estertores de la Restauración, Rufino Arroyabe levantó junto a su hijo una pequeña fábrica de conservas. En un principio tuvo la intención de añadir el vino a su cartera de productos, pero desistió de tal empeño. Acabó por centrarse en una sola cosa y volverse excepcionalmente bueno en ella: la conserva de pescado.

Los refrigeradores no existían y la energía eléctrica era cosa de unos pocos privilegiados para 1898. Si alguien quería degustar los manjares marinos con todas las garantías, lo mejor era hacerlo envasados y procesados. La conserva de Bonito del Norte, muy apreciada por aquel entonces, comenzó a hacerse un hueco en las despensas españolas. Ya fuese en escabeche o salazón, las gentes de todo el país apreciaban una buena vianda de atún blanco en conserva.

Nuevas instalaciones, nuevo ciclo

El gran trabajo en la conserva llega a tus ojos, oídos y paladar a través de los siglos gracias a Rufino Arroyabe Ruiz de Azua. Hijo del primer conservero de la familia, junto a su padre colocó la piedra fundacional de lo que será su marca en el futuro. Para la segunda mitad del siglo XX, la marca hacía gala de una flamante fábrica nueva ubicada en el pueblo de Bermeo.

Aguzado de mente y espíritu de negocio, Rufino Arroyabe hijo introduce algunas modificaciones al negocio de su progenitor:

  • Convencido de la importancia de enfocarse en un único producto estrella, abandona el comercio de vino. En ese sentido, redobla los esfuerzos en las conservas de bonito del norte y de anchoas en salazón.
  • Poco después, replica el mismo espíritu pionero al experimentar con conservas en aceite de oliva. Hasta el momento solo se empleaba el escabeche y la sal.
  • Bermeo, Cantabria, será la ciudad del norte que concentre la mayor flota pesquera del cantábrico. La nueva ubicación proporcionará una materia prima constante y sonante para la conservera.
  • Consciente de las cambiantes necesidades del consumidor, Rufino introduce nuevos productos para satisfacer la demanda creciente. Así, la gama de alternativas llegará a los mariscos, los ahumados y las especialidades preparadas.

A las puertas del siglo XXI

A finales de los años 90, la conservera estrenó su actual fábrica. Una moderna instalación adaptada a los retadores tiempos venideros. En poco tiempo se granjeó una extraordinaria reputación, dado el cuidado artesano en sus productos, desde el mar hasta el envase. ¿Por qué se llaman conservas artesanas? Porque los trozos de pescado son cortados y envasados a mano por personal cualificado, tal como lo hacía Rufino hace más de 100 años.

Los nuevos retos no son solo comerciales, también medioambientales. En un contexto en el que proliferan los métodos de pesca destructivos, Arroyabe se mantiene fiel en su compromiso con los mares. Solo trabaja con pesca manual de bonitos uno a uno. Para ello, los pescadores utilizan métodos tradicionales, selectivos y ecológicos. Gracias a este tesón, la empresa puede atestiguar su mimo incomparable al producto. Le ha valido también varios distintivos a su sostenibilidad:

  • El certificado de la MSC de pesca sostenible verificada.
  • El reconocimiento “Amigo de los mares”
  • El sello de seguridad para los delfines.
  • El premio de Eroski a la sostenibilidad, edición 2014.

Productos para todos los paladares

Arroyabe mantiene un afán artesanal en todos sus productos desde hace más de 100 años. En las últimas décadas, se destaca por una constante ampliación de su oferta. El ámbito de sabores y texturas que abarca va en aumento. En cada nueva entrega demuestra su destreza para convertir peces y mariscos en auténticos tesoros del mar. Algunas de sus más destacadas creaciones son:

  • Ventresca de bonito del norte en aceite de oliva. Tierna, suave y de sabor incomparable.
  • Bonito del Norte, salmón y marlín ahumados, bocados realmente peculiares y henchidos de sabor.
  • Anchoas y boquerones del cantábrico, tradicionales y exquisitas.

Te hemos mostrado un repaso, un pestañeo en las vidas de cientos de hombres y mujeres que han hecho de Arroyabe lo que es hoy. Desde el siglo XIX, eso sí, seguimos poniendo la misma delicadeza en cada trocito de conserva de pescado que llega a tu mesa. Disfruta con nosotros más de cien años de suculenta tradición.